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Anticonceptivos viejunos.

Escrito el 22 febrero, 2017
Por: Sexnambula

El diafragma y sus antepasados.

Si bien es cierto que nos han hecho creer que el miedo y la religión nos hacían más castos, históricamente, de follar nunca se ha parado.

Mucho antes del siglo XIX y de las “gomitas” salvadoras, las personas sexuadas ya le daban vueltas a la cabeza. El como evitar que los “cabezones fecundadores” llegarán a destino. ¡ No todo iba a ser juntar rotulas y rezar!. Y de paso, cruzar los dedos. Rogar para que no te hubiera tocado un maridito putero; susceptible de multi-infecciones. A ser posible también, evitar el embarazo. Sobre todo si ya contábamos con nueve retoños. Todos ellos amorosamente creados al no poder ser, evitados.

El antiguo condón hecho con tripas de animal era medianamente popular. Del diafragma antiguo no se habla tanto.

Basado en el concepto barrera, del “ hasta aquí has llegado bicho”, los primero diafragmas pasaron por varias fases acierto/ error. También por multitud de materiales.

Las damas informadas y con posibles los solían adquirir de plata. Eran una especie de dado que se colocaba a la entrada del cuello uterino. Así, se cortaba el paso ante el temido “ trompón de esperma”.

Sin embargo, el material y la forma no aseguraban su inmovilidad. Era fácil que este tipo de diafragma se desplazara durante un coito un poco “ intenso”.

El pesario de bloque

El pesario de bloque no era, a priori, un elemento de tortura. Era más parecido a un dado de madera. Cada cara tenia una oquedad con forma de embudo. Si el dado se movía, la cervix quedada cerrada por una de las superficies cóncavas.

Carecemos de porcentajes de eficacia sobre embarazos evitados. Claramente, no protegía de la mayoría de las enfermedades de transmisión sexual. Eso sí, soportar tamaña pieza “de carpintería” en el canal podía tener dos consecuencias directas:

A) Un aumento de la fuerza de la musculatura vaginal digna de una mutante de la Marvel.

B) Un deseo desaforado de matar a cualquier persona poseedora de pene. Y susceptible de querer acercarse con intenciones penetratorias.