Crisis, guerra y bacanales. Por algún lado hay que soltar.
Escrito el 4 abril, 2016
Por: Sexnambula
Bacanales romanas y crisis.
Bacanales . Que estamos en crisis y rodeados de guerras queda claro. Fue una mezcla de ambas ( y de hastio, pobreza, caos, mala leche acumulada, excesos del poder…). Lo que marcó el auge y la caída de una bonita tradición romana que bebe en fuentes griegas (ya sabemos que los griegos nos han enseñado, y lo siguen haciendo, un montón de formas de relaciones sociales).
Pero si hay algo que nos recuerda la antigua Roma. ( A parte de Espartaco, sus gladiadores y sus minúsculas falditas) es el vicio ( sí, como el de Spartacus, la serie me refiero).
Esas fiestas cachondas en honor a Baco. ( Ese dios que no tenia aspecto de Dios porque siempre estaba borracho como “la glorión” y era mas bien rechonchete…), donde se comía,bebía y follaba como si no hubiera mañana y si no existieran las resacas, no son una leyenda urbana y tuvieron una época de gran expansión después de las segundas Guerras Púnicas. El desmoronamiento económico, la crisis agrícola, la caída del comercio. La masiva llegada de inmigración desde el campo y con destino Roma, fueron el caldo caliente , en el cual, las bacanales se fueron cociendo.
Bacanales. Mundo opresivo.
Imaginate, le quitamos a la plebe la tele, la liga, la comida rápida, el PRIMARK, los viajes low-coast, y les dejamos la mala ostia retenida. Sí, claro, podían ir a ponerle incienso a los dioses, pero poco más podían. En un mundo opresivo, con el poder concentrado en cuatro, y con el ultra machismo a máximos históricos que dejaba a la mujer poco margen a la satisfacción, y mucho menos a la satisfacción.
Ahora te puedes ir al C.C., al MC Donalds,al Bernabeu, al H&M, al cine, a una casa rural, al IKEA. En la antigua Roma, si eras un poco “tiradillo para delante”, o estabas hasta los huevos, te podías “ ir de bacanal” ( ohhh yeahhh…!). Con ello te podias regalar o dejar de ser tú. Un ratico, o por el contrario, permitirte ser tú, aunque fuera por unas horas.
Hay que decir que, antes de comenzar el festival había que dar juramento de secreto para salvaguardar la identidad y la intimidad. A partir de ahí, según numerosos escritos, había carta blanca para correrse, cada uno a su manera. Claro, como la vida misma, cada uno se traía sus frustraciones de casa.
La mater amantisima, señora virtuosa de su casa, aquí podía convertirse en un zorrón de cola plateada y no sentirse juzgada. ( Al menos no demasiado). Si eras gay, esa noche no tenias porque disimularlo. Y en el caso de que fueras un patricio cabrón al que le gustaban los azotitos en el culete. Siempre encontrarías a una buena mujer que te hiciera sentir muy culpable con mucho placer.