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Fingir un orgasmo es auto-sabotaje

Escrito el 2 julio, 2016
Por: Sexnambula

Fingir un orgasmo; la mejor manera de que las cosas no cambien

orgasmoFingir un orgasmo es auto-sabotaje cuando se convierte en algo habitual, sin que en sí mismo, tenga por que ser malo.

Todo aquello que sirva a un propósito sin dañar a nadie puede ser simplemente la forma de manejar una situación. Ser práctico sin mayores consecuencias.

Acabar con un coito que se alarga más de la cuenta y que te está dejando el chichi mas seco que los nuggets del McDonald cuando no les echas la salsa barbacoa. Intentar dejar la autoestima del amante mas o menos intacta. O simplemente, que tienes ganas de de dormir, te aburres o quieres marchar sin que el amante ocasional te pregunte: ¿ y qué tal ? ¿ te ha gustado?. Y tú, que eres así como de naturaleza sensible y no te gusta mentir. ( mentir verbalmente porque cuando gemías como si vieras un hongo nuclear aproximarse a tu cabeza, perraca, cuando no sentías ni burbujillas de Coca-Cola pasada…vamos a llamarlo que es….eh…”teatralizar”), tú prefieres hacer que te has corrido y ya está. No explayarte más de la cuenta ni entrar en juegos florales de colores porque, sí querido, el polvo ha sido un fracaso mundial y…¿ no vamos a hacer sangre no?.

Los hombres también fingen.

Autosabotaje 3

Hasta aquí la vida, con sus cosas, sus anécdotas, sus polvetes flojeras. El hecho de quede vez en cuando haya que ser pragmática ( o pragmático, que dicen por ahí que los hombres también fingen, Mari) no significa instaurarlo en costumbre en tu regularcilla, pochilla vida sexual ( en este caso es una especie de limbo, de estatus-quo coital al que prefieres “ no meter mano” no vaya a ser que tu “ cari” se tome a mal que no orgasmees). Si te ves a ti mismo fingiendo orgasmos en tus relaciones, ten en cuenta que te estás cavando tu propia tumba, sexualmente hablando.

Tu imaginate lo que pasaría sí, gustándote la ensalada con sal, se entiende, porque para que esté terminada, pues mejor con sal. Aquel o aquella que te la preparan con amor cada noche olvida sistemáticamente añadírsela, pero tú, les dices por omisión :“está cojonuda”, porque claro, ni pides la sal, ni te levantas y vas a buscar el salero ( huevona). Al día siguiente, tu amada pareja te vuelve a hacer la ensalada exactamente igual. Lava la lechuga. Pica los tomates. El pepino. Pica la cebolla. Los aguacates, incluso innovando, ahí a lo loco, le echa unas semillas y unos arándanos.

A tu ensalada le falta sal

Eso sí; sin sal ( no, este no va a Máster Chef no). Tu, en tus trece, calladico, calladica, le miras como diciendo: “Cari, la ensalada, como ayer, como siempre, sublime”. Bueno, es muy probable que a este cocinero a partir de ahora, se le olvide comprar sal, siempre. Tú, sin embargo, te estás condenando a echar la sal cuando no se de cuenta, o cuando estés sola. O a seguir con vuestra ensalada sosa. Porque ahora, después de un año, no sabes como decirle a tu “costillita” : “ a tu ensalada le falta sal y yo llevo un año diciendo que me encanta así, y no, yo quiero mi porcioncita de sal, mi pizquita de gloria”.

Lo mínimo que te van a decir, con toda la razón del mundo, tras mirarte como las vacas miran pasar los trenes es: “ y tu…alma de cántaro...¿ no tienes confianza para decírmelo antes?. ! Y yo qué pensaba que era el puto crack de las ensaladas!. ¿Por qué nunca me dijiste que estaban sin terminar? Y tu, temblorosa le contestas : “ Qué no es falta de confianza cariño…es que no quería herir tus sentimientos.”