Histeria y pequeña historia del vibrador

Escrito el 6 diciembre, 2016

Por: Sexnambula

Histeria y masajes de vibrador

Al parecer el vibrador era tan necesario en el siglo XIX como el valium en el XXI.

Sí, vibrador. Aparato mecánico para masajes vía vaginal. Consolador.

Alrededor de un veinticinco por ciento de las mujeres británicas en la época victoriana fueron diagnosticadas como “histéricas”.

La histeria, una enfermedad femenina “inventada” por hombres, abarcaba innumerables síntomas. Desde dolores abdominales a ataques de risa. Una caja de Pandora, un cajón de sastre. Un “ me da igual cesta que ballesta”. Además, era fácil. Primero, etiquetar a ese ser extraño y voluble.Segundo, hacerlo pasar todo por debilidad o por enfermedad. Que dabas mucha guerra, histeria. Tal vez no encajabas, histeria. Personalidad “difícil”, histeria. Histeria colectiva y femenina, claro.

Lo mejor de todo;para este mal tan espiritual se aplicaba una solución manual. En la consulta, una matrona, aceite en mano, estimulaba los genitales de la paciente. Llegado el orgasmo, bautizado como “ paroxismo histérico”, empezaba la mejoría. Orgasmos por prescripción médica.

El masaje manual puede ser muy agradable cuando lo haces por devoción. Al parecer, como trabajo era más bien agotador.

La solución a la histeria

Joseph Mortimer Granville creó en 1880 la solución . Un armatoste mecánico con un brazo de forma fálica. La supuesta enfermedad dió origen al juguete sexual más vendido del mundo

Durante décadas,el vibrador eléctrico se vendió como un electrodoméstico más. Como si en el folleto del Media Markt te lo meten entre las tablets y las vaporetos. Ante todo naturalidad.

En los años veinte del Veinte, con una pequeña industria erótica naciente, comenzaron a verse en películas porno. A partir de entonces, nunca volvieron a considerarse elementos sanitarios. Paso a ser un aparato del Infierno.

La revolución sexual la saco del lado oscuro. El concepto había cambiado. El vibrador pasó a ser rey de los Sex shops y de la venta on line.Sin embargo había sido concebido para “rescatar” a la mujer de su esencia “histérica”. Un concepto moderno con un transfondo muy rancio.