Viagra. La revolución de la pastilla azul
Escrito el 21 noviembre, 2016
Por: Sexnambula
Viagra. Del remedio al ocio.
No hace falta meterla en una capsula con azúcar. La viagra es más que un medicamento. Puede que un símbolo de la primacía del hombre, blanco y de mediana edad. Era poner en un comprimido la esencia de lo importante. Por favor. Dura. ¡ Qué dure dura, hasta la muerte!.
Sin embargo, la evolución en los hábitos de consumo del remedio azul, la ha convertido en pastilla recreativa. Parte del ocio de las nuevas generaciones. De aquellos que, como sus papis y abuelos dominarán el mundo. Los gerentes, jefes, dirigentes de la próxima generación. La siguiente mediana edad. Tal vez no.
La viagra ha pasado de ángel a demonio. En pocos años, se ha convertido en otra cosa. De remedio de la disfunción eréctil a complemento de ocio.
El sector mayoritario de consumidores de viagra se situaba, en los inicios de su comercialización, en una banda de edad que iba de los 40 a los 70 años. Además, se daba por hecho la visita al especialista. El problema. La receta médica. Era la muleta sexual del hombre maduro. El remedio azul de males. De la erección insuficiente. Incluso de la flacidez absoluta.
Por diversas razones ese público maduro ha pasado a ser solo parte de su clientela habitual.
La viagra y sus genéricos tienen nuevos fans. Hombres muy jóvenes. Sin razón médica aparente. Tampoco hay insuficiencias o disfunciones. No orgánicas al menos. Sí una invisible y enorme presión invisible para ser “ performante”.
Lo de amante, se ha quedado viejo. Per-for-mante.
A gran parte de estos compradores precoces les preocupa más la apariencia que el hecho en sí. Parecer potente. Ser inagotable. Follar a demanda. Casi como dioses.
La vía evidentemente ya no es la receta. La venta on- line es fácil y discreta.
Porque en el imaginario de estos jóvenes pre-disfuncionales lo que importa es que el mástil aguante lo que venga. Que venga tras la ingesta de alcohol y drogas también influye mucho.
Tal vez no sean cachondos de la madre naturaleza. La madrastra química es menos exigente .En consecuencia, nunca les dejará colgados. Pero la ciencia lograra erecciones incuestionables. También te concederá minutos que tal vez tu sangre y tu testosterona te nieguen. Puede que camines al borde del colapso. Tal vez tu corazón no lo aguante. Los cuerpos cavernosos podrían estallar tras una erección de horas.
Con mucha suerte te mataran a polvos. Probablemente. ¿ Quién te dejaría escapar? Por supuesto, eres infalible. A no ser claro que haya quienes busquen todavía amantes. Tal vez exista gente que sueñe con placer en vez de con erecciones que no acaban. Igual queda quien aspira a lo mejor dejando pasar lo obvio. También quien busque aprender por el camino de la imperfección. A pesar del riesgo de no lucir tanto. A pesar de que todo sea menos espectacular. Menos erecciones. Puede que menos amantes. Tal vez menos aventuras que recordar. Sobre todo, más que callar. Por supuesto, menos que contar.
Si a los veinte no puedes luchar con la frustración por miedo a que se baje, espera a cumplir los cincuenta. Porque el miedo ahora, será terror. Puede que terror de que no suba. Posiblemente a no haber dejado de ser imperfecto.